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miércoles

Reseña "La luz es como el agua".


Este pequeño cuento relata la historia de dos hermanos, Totó de nueve años y Joel de siete. Ambos en Navidad, les piden a sus padres un bote como regalo, sin embargo no les servía de mucho ya que se trataba de un lugar en donde no había ni siquiera aguas para navegar. Sin embargo, ninguno de los dos pudo negarles ese obsequio a los niños ya que habían dado su palabra de obsequiarles un bote si lograban obtener un reconocimiento en tercer año, y lo hicieron. “— El bote está en el garaje — reveló el papá en el almuerzo—. El problema es que no hay cómo subirlo ni por el ascensor ni por la escalera, y en el garaje no hay más espacio disponible.” (García Marquéz, 1992, p.65)

Lograron tener dicho regalo en su habitación pero de lo que sus padres no se daban cuenta, era que cada miércoles en la noche cuando iban al cine los niños se adueñaban de la casa y, rompiendo una bombilla de la sala, dejaban correr la corriente y lograban navegar por cada habitación de su hogar.


Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza mía cuando participaba en un seminario sobre la poesía de los utensilios domésticos. Totó me preguntó cómo era que la luz se encendía con sólo apretar un botón, y yo no tuve el valor de pensarlo dos veces.

—La luz es como el agua —le contesté—: uno abre el grifo y sale. (García Márquez, 1992, p. 65)

Los niños deseaban ver más a fondo, explorar y averiguar más acerca de que se trataba por lo que tomaron la decisión de solicitar un equipo de buceo a sus padres. Su padre pensó que estaba mal querer algo así, cuando solo iba a ser posible usarlo en casa, sin embargo los niños intentaron persuadirlo diciendo que sacarían el mejor promedio. Su madre les negó ese obsequio, pero al ver que obtuvieron el mejor promedio y un reconocimiento, estos le concedieron sus deseos. Fueron felices explorando y hallando cosas perdidas.

El día de su premiación, los dos hermanos únicamente les pidieron a sus padres tener una pequeña fiesta en su casa con todos sus amigos. El padre, acompañado de su mujer, se sorprendió y le dijo que era una prueba de madurez, a lo que su esposa respondió que ojalá Dios le oyera. (García Márquez, 1992, p. 66).

La tragedia se da cuando los niños quieren demostrar todo lo que han descubierto a sus compañeros de colegio, quienes no tenían equipo de buceo como para estar sumergidos. Al momento de estar sumergidos todos eran felices, ninguno de ellos sabía lo que les esperaba después. Todos lograron contemplar la casa de Totó y Joel, en donde fluye y rebosa la luz. Finalmente, al entrar se encuentran con diversos artículos hogareños flotando junto con los cuerpos de los hermanos y sus treinta y siete compañeros.

García Márquez, G. (1992). Doce cuentos peregrinos (2ª Ed.). Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana.
 
 
Esli Lastra.

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