Libros antigüos
un tesoro divino
El martes 14 de octubre mis compañeros y yo de la licenciatura de idiomas
de primer semestre, fuimos a visitar la biblioteca con motivo de conocer libros
con antigüedad de más de 400 años y para hacer conciencia sobre cómo debemos de
usar las instalaciones bibliotecarias, resulta que nuestra carrera es una de
las menos concurridas a esta área. Además la importancia que tiene el leer, una
parte de la estadística dice que en la actualidad no hay analfabetismo
prácticamente ya todos sabemos leer y escribir, es algo que con el tiempo hemos
logrado superar pero, sin embargo ahora ya está el analfabetismo funcional, que
es saber y escribir pero no pasar de ahí, como por ejemplo: el no hacer un
análisis crítico de lo que leemos y al no investigar una palabra en el
diccionario la cuál desconozcamos.
El no leer tiene muchas
desventajas, ya que nos da un lenguaje corto, la ignorancia a los diferentes
entornos entre otros. Tuvimos la grandiosa oportunidad de ver libros de 1600
años; pude notar que los libros de ahora no durarán tantos años cómo los
antiguos ya que los de ahora están hechos con material sintético. Los libros
tenían un olor muy peculiar el cuál no lograba encontrar exactamente, sus
portadas estaban hechas de piel de diversos animales y de papel, sus cantos
eran de color azul rey y rojo marrón, algunos con muchos detalles finos en sus
portadas, otros incluso con pequeños cerraduras, su tipografía era muy
diferente, ellos la letra “u” la tenían como “v”, la “c” como “q”, ¡ese día
conocí la letra más bonita!, los libros tenían correcciones a mano, notas,
incluso firmas.
Hubo un libro en especial que me enamoró; álbum de fotos, la vestimenta
llena de encaje, el fino y discreto maquillaje que usaban, sus accesorios, la
postura de la familia que tomaban para la foto incluso las fotos que le tomaban
a los fallecidos, las hojas gruesas detalladas en las que escribían y el hilo
con el que cocían a mano sus libros. Todo eso despertó en mí la manera de pasar
más tiempo conociendo el pasado, es increíble lo que estos libros logran hacer
que tu imaginación vuele, el que te surjan muchas preguntas cómo qué tipo de
tinta usaban, y cómo es que leían o escribían a la luz de la vela. Sin duda fue
una gran experiencia.
Por otra parte la bibliotecaria para finalizar el
recorrido nos dio a conocer un decálogo de principios que un
estudiante universitario debe saber y ejercer, el primero es el saber leer, el
segundo saber escribir, el tercero saber hablar, cuarto tener disciplina en los
estudios, quinto tener una visión internacional, sexto ser creativo, séptimo
conocer las herramientas propias de su disciplina, octavo debe estar
alfabetizado con las nuevas tecnologías, noveno tener una cultura general y décimo una visión
ética.
Nahomi G.
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